En juicio abreviado, le dictaron prisión perpetua por el femicidio de su entonces pareja. El acusado admitió los cargos, para no exponer más a su familia.
La causa por la muerte de Verónica Tottis (44), en la que se acusaba a su pareja, Julio Cesar Saluzzo (46), de homicidio doblemente calificado, por el vínculo y por violencia de género, se resolvió este jueves 20 a la mañana, en un juicio abreviado.
Durante la audiencia, desarrollada en la Cámara 12 del Crimen de Córdoba, Julio Cesar Saluzzo admitió el asesinato de su exesposa y fue condenado a la máxima pena: prisión perpetua (35 años según la ley), la única prevista para estos casos.
El acusado continuará detenido en la cárcel de Bouwer, a donde está alojado desde hace casi un año. Desde allí, y de forma remota, reconoció los cargos. Lo hizo a propuesta de sus abogados.
Según explicaron los defensores, la idea fue no exponer más a los tres hijos de su cliente. Además reconocieron que la condena era inevitable.
El juicio fue a instancias de la Cámara 12 del Crimen de Córdoba, que presiden los vocales Ana María Lucero Offredi, Gustavo Reinaldi y María Gabriela Bella. Hubo jurado popular, por tratarse de un femicidio.
El caso
El femicidio fue cometido el 4 de junio de 2020 y se descubrió cuando Verónica fue encontrada muerta en su auto, cerca de Villa del Rosario. El cuerpo de la mujer fue hallado calcinado.
Son varias las pruebas en contra de Saluzzo. Por un lado, hallaron en el lugar del hecho un bidón con nafta, compatible con los que usaba el acusado en su trabajo. Además, las antenas de telefonía celular lo ubican en el lugar del crimen y dos leñadores dicen haber visto a esta persona merodeando el lugar.
Para la investigación, se trató de un crimen de género. En la requisitoria de elevación a juicio, el fiscal Diego Fernández, señaló todo un contexto de violencia de género que se prolongó durante muchos años y que culminó con el crimen. El instructor sostuvo que Saluzzo sometió durante años a su entonces pareja.
Tras la sentencia, algunas amigas de Tottis se mostraron conformes, aunque también tristes. La víctima vivía con su familia en Las Varillas. Se dedicaba, desde hacía un tiempo, a la estética de uñas.
Quienes la conocieron dicen que había encontrado en esa actividad su independencia económica y también un espacio para manifestar su creatividad. Su sueños de progresar fueron arrebatados por su pareja.