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Flexibilizaciones: el impacto emocional de volver a salir

Flexibilizaciones: el impacto emocional de volver a salir

Los especialistas advierten que se trata de un proceso que aún no se cerró. Desde el Colegio de Psicólogos de Córdoba prevén efectos por lo menos durante los próximos cinco años.

Aunque deseada por la mayoría de la población, también el post aislamiento tiene impacto emocional, según señalan los especialistas en salud mental. Y advierten que las reacciones y efectos no son uniformes, por lo que no todos saldrán de esta fase del mismo modo ni al mismo tiempo. Los profesionales creen que de la manera que transitemos la pandemia dependerá también cómo salgamos de ella y prevén efectos por lo menos durante los próximos cinco años.

Tras las recientes flexibilizaciones aparece el desafío de la readaptación. ¿Cómo está impactando en la gente? ¿Por qué salir también nos puede generar miedo? ¿Serán solo sensaciones transitorias? ¿Habrá quienes no se sientan afectados?

El psiquiatra Guillermo Bruschtein, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), lo plantea así: “Mientras para algunos las experiencias pueden ser traumáticas, para otros pueden ser menos traumáticas o incluso no serlo”.

Pese a esta aclaración, en el consultorio los pacientes ya les han dado algunos indicios sobre posibles reacciones: incertidumbre, vulnerabilidad, ansiedad, cansancio y temor.

Claro que la posibilidad de volver a salir en general trae alivio, pero dado que el mundo con el que nos reencontramos se está reconfigurado, y que ya no volveremos al estado de donde partimos, esto también podría afectarnos.

“Este es un nuevo estado y no coincide con lo que habíamos vivido. Tenemos que aprender a disfrutarlo de otro modo. Las condiciones físicas y materiales han cambiado y están bajo protocolo. Y, dado que todavía no sabemos bien qué es lo que ha cambiado, esto podría ocasionarnos ansiedad”, dice Diego Zapata (MP 5434), presidente del Colegio de Psicólogos de Córdoba. Y añade que también podríamos experimentar fatiga, ya que esta adaptación supone un gasto extra de energía psíquica puesto a disposición de la transformación.

VARIABLES ECONÓMICAS Y SOCIALES

Las herramientas y reacciones de respuesta en esta fase de la pandemia dependerán de múltiples variables. Silvia Bentolila, integrante del Equipo Regional de Respuesta frente a Emergencias Sanitarias de la OMS/OPS, asegura que pueden existir diferencias entre las personas que no tienen garantizadas las necesidades básicas. “En sectores vulnerables, cualquier tipo de apertura puede resultar un alivio. Ya sea porque generaron o mejoraron algún ingreso”.

También aclara que las respuestas de los individuos están atravesadas por sus situaciones sociales. Muchas familias experimentaron tensiones a la hora de convivir juntos en espacios reducidos. En estos casos, salir les provocará bienestar.

En otros casos, también se registró un aumento de la violencia doméstica y mayor dependencia a los psicofármacos.

Pero, a grandes rasgos, la mayoría de las personas experimenta hoy sensaciones encontradas y ambivalentes. “Permanecimos durante mucho tiempo en estado de hiperalerta. En guardia, expectantes a que no aumenten los casos o las muertes, que no se sature el sistema de salud. Hoy estamos todavía transitando la pandemia. Hay una especie de alivio, pero también ansiedad porque no sabemos qué puede llegar a pasar en un futuro”.

CANSANCIO UNIVERSAL

Otra de las emociones prevalentes en este momento es el agotamiento mental. En Estados Unidos, investigadores identificaron este estado como “síndrome del flujo pandémico”. “Cuando se dictó la cuarentena, tuvimos que hacer un proceso de adaptación a nuevas rutinas. Por caso, los espacios cambiaron dentro del hogar. Todo eso conlleva trabajo cerebral. Ahora tenemos que volver a adaptarnos a nuevas rutinas. Por eso es común que nos sintamos embotados, por momentos angustiados. O con la sensación de que todo nos cuesta el doble”.

En la misma línea, Gabriela Goldstein, presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), explica: “Durante la cuarentena o el aislamiento, mantuvimos una angustia expectante. Un estado de alerta que quizás no percibimos pero que estuvo presente. Esa preocupación está hoy en suspenso, porque no desapareció. Pero ya se vive un alivio de una tensión afectiva interna. Esta posibilidad de ir saliendo produce una idea de ‘lo abierto’ que es muy buena para el ser humano. Nos permite salir del ensimismamiento y pensar cosas distintas”.

LA TRAMPA EN CASA

Durante la cuarentena, muchos experimentaron seguridad o resguardo al quedarse en sus hogares. Una especie de protección primaria hacia la incertidumbre o la amenaza frente a lo desconocido. La clave en este caso será salir de la inercia, aunque cueste.

“Así como ahora podemos salir al mundo y valorarlo desde otra óptica, también puede pasar que nos quedemos atrapados en nuestras zonas de confort o goce. Es algo más que placer porque tiene un componente de masoquismo. No es lo mismo decir: ‘salgo dos veces de mi casa para trabajar’ que quedarse porque ya nos acostumbramos a esta situación”, agrega Goldstein.

Bruschtein dice que debemos aceptar que hay cosas que no se podrán recuperar, incluso después de la pandemia: “Eso puede traer aparejada sensación de angustia, especialmente entre la población mayor”.

Zapata explica que se trata de un proceso abierto y sostiene que salir también implica volverse hacia adentro y reconocer el proceso personal de reconstrucción. Además, pronostica que el impacto de la pandemia tendrá efectos durante al menos los próximos cinco años: “Esto no se acaba con salir al espacio físico”.

Bruschtein habla de sensación de indefensión generalizada. Y plantea que “afuera está el riesgo”. “El otro se nos presenta como una amenaza. Esto, que ha pasado a lo largo de la historia de la humanidad, ahora se muestra con mayor crudeza”, señala.

Sobre cómo conviene transitar esta fase, dice: “Nadie debería ir más allá de sus posibilidades. Hay que respetar la sensibilidad de cada uno. No es igual para alguien de 60 años que para alguien más joven. Y debemos abrirnos a la posibilidad de que con el tiempo nos empecemos a sentir más seguros”.

En este sentido el presidente del Colegio de Psicólogos propone retomar los proyectos, dado que nos invitan a pensar que habrá una opción mejor a la que estamos viviendo. “Hay algo nuevo que nos espera y podemos proyectar y conseguirlo, para transformarnos”, dice.

NUEVA FASE, NUEVAS RUTINAS

Los especialistas coinciden en que en esta nueva fase convendría sostener aquellas rutinas que durante este tiempo nos dieron resultado positivo, como valorar el tiempo en familia, seguir con nuevas modalidades de trabajo o actividades que hayamos descubierto que nos gustan. Y, por supuesto, las vinculadas con la higiene.

“Conviene que algunos hábitos de cuidado sigan siendo parte de nuestra rutina diaria, sin perder el contacto social, que es crucial para el buen estado de ánimo, aunque sea mixto: virtual y presencial. Hay quienes, al menos por un tiempo, seguirán eligiendo los vínculos a distancia”, dice Bruschtein.

El barbijo, una medida de protección sanitaria que llegó para acompañarnos por mucho tiempo. (AP)

El psiquiatra advierte que, dado que las restricciones podrían volver, conviene que nos preparemos para ello. Y sugiere, por ahora, no proyectar a largo alcance. “Esto nos da una vivencia distinta de la vida, que es aprovechar el día a día y valorar lo que tenemos, en vez de aferrarnos a lo que no hay”.

Zapata destaca que muchas cosas vividas en este tiempo van a quedar añadidas a nosotros y serán una experiencia para futuras contingencias que nos pudieran amenazar.

Los expertos coinciden en que debemos ser pacientes. Querer retomar de golpe lo que habíamos pospuesto nos puede generar más estrés. También aseguran que es tiempo de hacer lo que nos gusta para cargar baterías y continuar con los hábitos saludables que incorporamos en cuarentena.

En términos de Goldstein: “Podemos querer salir, pero no tener ganas. No hay que desalentarse. Al deseo, hay que sumarle un poco de voluntad. Y una vez que estemos afuera, sería bueno que nos conectemos con los nuevos espacios, sin estar pendientes del teléfono. Levantar la mirada, ver hacia lo lejos nos permitirá pensar, reflexionar y tener un panorama más amplio de las cosas”.

Este texto, de Augusto Laros y Natalia Lazzarini, fue publicado originalmente en La Voz del Interior y reproducido aquí con el permiso correspondiente.

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