Es una práctica muy común entre las empresas para evitar modificar los precios de venta al público, pero muchos la consideran desleal.
¿Alguna vez te pasó de encontrar envases más chicos de tus productos de siempre en las góndolas de los supermercados? No es casualidad. Se trata de un fenómeno que tiene nombre propio y que las empresas aplican sobre todo en países con alta inflación como la Argentina: el “downsizing”.
En la Argentina -donde el IPC de abril se clavó en 6 % y donde el acumulado del 2022 se espera que supere el 70 por ciento- las grandes compañías de alimentos lo ponen en práctica para maquillar los precios: básicamente se mantiene un número de venta al público, pero se achica el tamaño del envase.
Por supuesto, en el medio quedan los consumidores. Si bien el downsizing (o reduflación, como se la conoce en español) es legal, muchos expertos la consideran desleal, ya que los compradores se sienten engañados. Del otro lado, las empresas se escudan con que tienen que ser cada vez más creativas para subsistir a las constantes crisis argentinas, en especial las Pymes.
La Asociación de Defensa de los Consumidores y Usuarios de la Argentina (Adecua) alertó en diversos informes sobre las presentaciones cada vez más pequeñas de los bienes ofrecidos en las góndolas de los supermercados.
De acuerdo a la entidad, estos nuevos envases de productos ya conocidos suelen pasar inadvertidos para los consumidores ya que “no presentan diferencias con los precedentes, pero sus porciones resultan siempre más reducidas”.
La principal estrategia que pueden poner en práctica los consumidores frente a esta práctica es dejar de comprar esa marca. También tener en claro que es fundamental prestar atención al precio por kilo o por litro para conocer el verdadero valor que estamos pagando y así hacer compras más inteligentes.