Icono del sitio Diario Alternativo Córdoba

Los cambistas los prefieren bolivarianos

Desmesuras del gobierno peronista que enfila de pronto hacia el capitalismo.

Por: Oberdan Rocamora (gentileza Jorge Asís Digital)

1.- Traficantes de la misma mercadería

“No es un nuevo gobierno, es el mismo”, advirtió el diputado Waldo Wolf, El Halcón Maltés, con rostro perplejo, durante la sesión especial de la Cámara de Diputados, La Pajarera, dedicada a la abdicación de Sergio Massa, El Profesional.
Dejaba la presidencia de La Pajarera para la señora Cecilia Moreau, La Marcianita.
“No son ningún nuevo gobierno, háganse cargo del fracaso”, insistía el Halcón.
Lo mismo sostenía la señora Patricia Bullrich, La Montonera del Bien, presidenta de la Mutual PRO. En las reiteradas presentaciones televisivas del Canal Uganda. No debían dejarse envolver con el cuento del nuevo gobierno.
“Es el mismo Frente de Todos que fue un desastre”. Y otra vez. “Háganse cargo”.
Los cambistas mantienen categóricos fundamentos. Pero subyace una sospecha inquietante. Temen ser embocados.
Como opositores, a los oficialistas los prefieren bolivarianos.
Están cómodos con la confrontación habitual. Fustigar a quienes defienden a Cuba o a Nicaragua.
Prefieren erigirse como la versión opuesta del embajador Raimondi, en OEA, o del embajador Vaca Narvaja, en China.

Se encontraban ideológicamente preparados para discutir con la señora Fernanda Vallejo, o la embajadora Castro. Para señalar las maldades de una política exterior que «nos inducía a frecuentar lo peor del planeta».

Para colmo, la escenografía aludía al lanzamiento de un nuevo gobierno.
De ningún modo se trataba del relanzamiento de una administración que languidecía.
Cuando arranca un nuevo gobierno, el portal suele conceder 90 días de crédito. Beneficio que en su momento disfrutó La Doctora (2007), Mauricio Macri, El Ángel Exterminador (2015), y hasta la invención de Alberto Fernández, El Poeta Impopular (2019).
Un crédito que facilite el acomodamiento de los nuevos funcionarios. Un lapso racional que prescinda de la dureza, de la crítica rigurosa e implacable. Al solo efecto que se afinen los instrumentos y se prepare la base de la estrategia planificada.
El desembarco de Sergio Massa, El Profesional, en el Ejecutivo, desplaza a los otros dos vértices de la Coalición Frente de Todos.
Vertiente diferente del mismo gobierno que preocupa a la oposición cambista que venía perfectamente entrenada para destruir los esquemas fáciles de ser combatidos.
Con chicanas efectivas que permitían ridiculizar al populismo que retrasa. Para presentarse ante la sociedad bastardeada como los racionales que impulsan la pertenencia al mundo occidental. La representación del Bien.

Entonces los cambistas se sienten ultrajados. Despojados. No estaban concentrados para oponerse de pronto a alguien como El Profesional que les trafica la misma mercadería. Y que mantiene contactos con los empresarios que existen, los de aquí, poderosos regionales, y con vinculaciones aceitadas con el universo occidental que creían mantener hegemonizado.
Emerge un gobierno nuevo que se desprende del fracaso del gobierno viejo que les resultaba ideal para combatir.

Crece la desconfianza. La experiencia histórica indica que el último (y probablemente único) proyecto capitalista fue encarado por el peronismo, en la versión menemista que fue puntualmente despreciada por la izquierda.
Pero que absorbió a la derecha liberal de la época que representaba la UCD.
La derecha privatista de Los Alsogaray que promovía Bernardo Neustadt y estaba infinitamente más preparada para la artillería que los recatados impulsores del liberalismo de recetario televisivo de hoy, que reiteran consignas gastadas desde los medios de comunicación.

2.- Tergiversación de la historia

Por la irrupción anunciada de El Profesional, Alberto queda precipitadamente apartado. Sometido al fenómeno erróneo de la humillación. Aferrado a los crucigramas del Grupo de Puebla. A la presidencia de la CELAC.
Es depositario de las burlas equivocadas del periodismo que lo condena.
Por su parte La Doctora debe administrar el pragmatismo para salvar sus trapos. Y enfrentar con estoicismo, aparte, la versión tergiversada de la historia que la designa, compulsivamente, como “jefa de la asociación ilícita”.
Alterada preventivamente por sus errores selectivos, cercada por los riesgos del abismo próximo, La Doctora no tuvo otra alternativa que dejarse convencer por los dirigentes del protectorado La Cámpora.
Para admitir, y hasta promover, el paso glacial del tercer vértice.
Desconfía tanto de Massa, o acaso más, que el propio Alberto.
Con su reconocida habilidad, El Profesional se la había ingeniado para convertirse en la última esperanza.
“La última bala de la recámara del gobierno peronista” (ver mini serie).

La Doctora y Alberto alcanzaron a demorar la llegada con un parche ministerial que no funcionó. Culpa del escepticismo del mercado y de la gravedad de la crisis que les perforaba la ineficacia.

Entonces cedieron. El Profesional llegaba para acaparar la centralidad.
A Alberto en adelante se le reserva la agenda lateral. Se conforma -por ahora- con la formalidad.
De pronto es un presidente como Mattarella, el italiano. Pero se aconseja no cometer el error de descartar definitivamente su protagonismo. La política brinda siempre un tiempo de revancha.
A La Doctora le queda el dramatismo de los Tribunales. La tergiversación de la historia permite mantener la vivacidad del juicio a un muerto. Néstor Kirchner, El Furia, líder de culto y fenómeno recaudatorio.
Tenía a su merced a los pesos plumas, aunque pesados en la Argentina. Pero cometió dos errores extraordinarios.
El primero fue no haber ido por su reelección en 2007. Cuando ya había cometido todas las tropelías que hoy se juzgan. Y que eran silenciadas por los grandes medios cómplices que hoy son especialmente sanguinarios. Sin que nadie les señale la protectora complicidad que hoy declaran inexistente.
Pero su segundo error fue el imperdonable. Consistió en morirse.

Para que sea viable el juzgamiento del muerto se genera la innovación en el campo del delito. Transformar en capo de la mafia a la viuda.
Mientras tanto, El Profesional se lanza a la aventura de inmolarse por rescatar un gobierno políticamente agotado.
Y el portal, que es salomónico, decide no brindarle jerarquía de gobierno nuevo.
Suficiente y justo es brindarle un crédito por 30 días. Para que El Profesional afine su instrumento. Y su estrategia.

3.- Plata o Mierda

La frazada es corta y demasiados cuerpos exigen protegerse del frío.
El Profesional reclama su derecho de fracasar tranquilo. Corresponde concederle.
Es víctima y rehén de sus ambiciones. Debe valorarse su apuesta. Plata o mierda.
Si le sale plata se consagra, aunque se espere la opción contraria.

Lo que resta del kirchnerismo debe entregarse a una versión neo menemista de la historia.
La necesidad obliga a sucumbir. Conciliar con la tonalidad ambiental de la “derecha”. Racionalizarse voluntariamente.

U oponerse y reaccionar como Juan Grabois, Borsalino. Exigir el Salario Universal cuando no alcanza para un cortado en jarrito y una medialuna.
O abandonar la ficción revolucionaria del Frente de Todos y emanciparse. Cederle en el fondo la razón a Belliboni, El Chiquito, trosko de oración diaria.
Para amagar con la movilización permanente, la «lucha contra el ajuste» y a través del acampe financiado por los fondos que el Estado ya no les va a suministrar.
Y las carpas cuestan, como cuestan los micros, los baños químicos, los panes.
Pero es peor aún. Están al borde de la declaración de guerra oral. Por intermedio de maléficas universidades van a auditar a las “organizaciones sociales”. Una profanación.
Los tercerizadores deben prepararse. Se encuentran en discusión alrededor de 400 mil planes.

Con el ministro Zavaleta, El Juanchi, no basta ya con poner rostros de pobres enojados para multiplicar los planes.
Como lo hacían Los Eviteros junto al Chiquito con la buena señora Carolina Stanley, La ministra del Pelo Mojado. En tiempos melancólicos del Ángel, cuando la culpa instaba a la más sensible generosidad.
O con el comprensivo ministro Arroyo, Gestito de Idea.
Con El Juanchi no corre la cuestión del acampe. No le sacan siquiera un kilo más de yerba.
Y el ofrecimiento de herramientas de trabajo, máquinas de coser, destornilladores o palas, adquiere la forma de una provocación espiritual.

Salir de la versión móvil