La jueza María Servini y el fiscal Federico Delgado concluyeron que no se requirió un gran aparato de inteligencia.
Hubo al menos tres celulares vinculados a figuras relevantes del PRO que fueron hackeados. Hasta ahora solamente ha trascendido el contenido de uno de ellos, el del ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro, al que la filtración le costó, a pesar de negar sistemáticamente la veracidad de los chats, tener que apartarse de su cargo en el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta con improbable retorno a las arenas políticas.
Los otros dos fueron los del actual diputado Diego Santilli y los del operador judicial macrista, Daniel Angelici, de los que aún no ha trascendido su contenido.
A raiz de una denuncia por el hackeo a Santilli, la jueza Servini y el fiscal Federico Delgado llevaron adelante una investigación en la que concluyeron que la operación de hackeo no requirió un gran aparato de inteligencia y que el rastreo del autor es imposible.
odo se hizo fácilmente comprando un chip en un quiosco de El Dorado, Misiones. Pero al mismo tiempo, la jueza y el fiscal no encontraron ninguna evidencia de que se hayan alterado los contenidos de los chats del Vuelo del Lawfare a Lago Escondido, la corrupción de sobornos y arreglos expuesta en el teléfono de D’Alessandro con el empresario Marcelo Violante o las maniobras con Silvio Robles, la mano derecha del presidente de la Corte Suprema Horacio Rosatti, para favorecer a Juntos por el Cambio.
Hackeo sencillo
La conclusión a la que llegaron Servini y Delgado es que la operación para entrar al celular de Santilli fue sencilla y así la resumió el periodista «Tuny» Kollmann:
Una persona no identificada compró un chip —SIM card— en un negocio o quiosco de El Dorado, Misiones.
El proveedor de esas tarjetas no sabe a quién se la proveyó, de manera que no se puede saber siquiera en qué comercio se vendió.
El individuo se conectó entonces con Telefónica-Movistar, se presentó como Santilli y dijo que se le había roto o perdido el chip, que había comprado otro y que se lo habilitaran.
Le hicieron cinco preguntas que no contesta cualquiera, pero alguien que haya hecho una somera investigación de Santilli las responde sin problemas: dónde trabaja (en la Cámara de Diputados); el nombre de uno de sus hijos; banco en el que tiene una tarjeta; en qué ciudad vive (CABA) y su categoría de monotributo. No es complicado conseguir esos datos.
Rápidamente se habilitó el celular en el nuevo chip y a las 14.08 del 14 de octubre pasado se quedaron con la línea de Santilli. El legislador reclamó casi de inmediato, pero tardó hasta las 18.44 en recuperar la línea. En ese tiempo le robaron los datos, incluyendo todos los chats de Telegram.
Según la denuncia que radicó el ministro de Seguridad y Justicia porteño, D’Alessandro, a él le pasó lo mismo. En el argot, la trampa se llama SIM Swap y se utiliza esencialmente para estafar o extorsionar. En este caso, todo indica que fue un encargo político.
Dicen que Ritondo espera ansioso la divulgación de los chats del «Colo» para tener vía libre en su candidatura en la Provincia.