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Ajustada victoria de Llaryora ante un Juez que se niega a reconocer el resultado

Ajustada victoria de Llaryora ante un Juez que se niega a reconocer el resultado

Se llevan contabilizados el 95% de los sufragios con una diferencia de casi 60 mil votos a favor del candidato oficialista, pero el senador nacional no reconoce aún su quinta derrota en elecciones para cargos electivos y pide esperar el escrutinio definitivo. En su mensaje el candidato ganador pareció “jubilar” a Schiaretti: “Una generación se retira”, dijo. Pocos ganadores en una elección que reconfigura el mapa del peronismo provincial.

Boleta única de sufragio (BUS), muchas combinaciones de categorías que antes no eran tan habituales, y una espera en el conteo de los mismos que se estiró hasta entrada la madrugada, tuvo en vilo a los cordobeses durante las primeras horas de este lunes.

Pasadas las 2 de la mañana Martín Llaryora se proclamó ganador de la elección  provincial cuando la ventaja que le sacaba a Luis Juez se estiraba a tres puntos. Este último, aún esta mañana, pedía esperar el escrutinio provisorio por las fallas en el sistema contratado para la elección.

Aquí los Datos Oficiales circuito por circuito

De esta manera Laryora lograba retener la provincia pero sentía el impacto de la fallida incorporación de Juan Schiaretti a Juntos, que hizo crecer a Juez como diez puntos, como anticipó LPO. La gran elección de Juntos causó al peronismo la perdida de 11 departamentos, entre ellos Río Cuarto, Unión, San Javier, Río Segundo y General San Martín, históricos bastiones del PJ. 

Para dimensionar el daño: de Río Cuarto es Juan Manuel Llamosas, primer candidato a legislador e intendente de la ciudad cabecera; y de General San Martín es Martín Gil, el ex secretario de Obras Públicas de la Nación, intendente de Villa María y último aliado de Llaryora. 

Da la impresión tambien que fue la “última elección” de algunos integrantes de la “vieja guardia” como Francisco Fortuna, Oscar Gonzalez y Carlos Massei que no pudieron hacer ganar al candidato a gobernador en sus propios circuitos. En el caso del primero, su candidato salió tercero en Oncativo y solo la aplastante victoria de Darío Chesta en Río Segundo, le permitió a Llaryora ganar el departamento aunque los casi 5 mil votos de diferencia que sacó el reelecto intendente no alcanzaron para hacer ganar al candidato a legislador departamental (también de Oncativo), Gastón Ré, quien finalmente sucumbió ante Lucas Valiente (JxC) por poco mas de 2000 votos.

Bullrich viajó a Córdoba pero no pudo festejar. Su rival, Rodríguez Larreta, prefirió esperar en Buenos Aires

Festejos de madrugada y “jubilación” a la “vieja guardia”

El reloj marcada la 1:52 cuando Martín Llaryora subió al escenario. “Los máximos perjudicados ante esta situación (la demora del escrutinio) somos los cordobeses y más los que tendríamos que festejar. A esta altura tendríamos que tener todos los resultados y tampoco es justo que ustedes se queden esperando para festejar lo que sabemos que es obvio”, dijo. “De todos modos, la tendencia es clara y hemos hecho una elección extraordinaria”, afirmó el intendente, que aseguró que el resultado final sería por tres puntos sobre su rival de Juntos por el Cambio.

Si los datos se confirman, Juntos por el Cambio tendrá mayoría legislativa y el control del Tribunal de Cuentas de la Provincia, por lo que Llaryora deberá gobernar con la oposición empoderada en la Unicameral y en el organismo de control. Esto último es una novedad: jamás el oficialismo había resignado la mayoría en el Tribunal de Cuentas. 

La tensión que generó a Llaryora la fallida operación de Schiaretti, que hasta ese momento lideraba cómodo la elección, se notó en su discurso de la madrugada cuando pareció jubilar al todavía gobernador: “Hay una generación que se retira y otra que ingresa, por eso no hay más 24 años (de gobierno)”.

Aunque antes había reiterado su apoyo a la candidatura presidencial de Schiaretti, el pase a retiro que pidió para la vieja guardia del peronismo fue explícito. En ese sentido, defendió la construcción del “partido cordobés”, pese a que el resultado electoral no fue el imaginado, y dijo que el suyo será una gestión “abierta al diálogo”. 

El peronismo que viene

Pasaron dos décadas de los primeros pasacalles que Martín Llaryora colgaba entre postes, en su San Francisco natal, para presentarse como “el peronismo que viene”. Aquel eslogan, que cuenta casi 20 años, era mirado con simpatía por la guardia justicialista que peina canas. El 10 de diciembre, el delfín del gobernador Juan Schiaretti será el próximo gobernador. Superó el escrutinio para el infarto de la noche electoral que le dio la bienvenida a la renovación, después de un cuarto de siglo de una relación inteligente que mantuvo con José Manuel de la Sota.

El peronismo de Córdoba alumbró una transición ordenada, madura, que no pudo celebrar por la demora en la carga de datos por parte de la Justicia Electoral. Un contraste fuerte con el alborotado kirchnerismo que tuvo esta semana, en pocas horas, hasta cuatro fórmulas presidenciales. Schiaretti había imaginado lanzar su campaña el domingo por la noche. Florencio Randazzo Diego Bossio, socios en la cruzada antigrieta, estaban listos para salir a escena. No pudo alzar la mano de aquel dirigente del interior que fichó como la tercera pata del sistema de postas la noche después del triunfo ajustadísimo que le arrebató en 2007 a Luis Juez, quien esta madrugada se resignó a reconocer otra caída. Cedió la posta Schiaretti, y también los zapatos que calzó en el primer round de renovación peronista.

Poco tiempo después de aquella crisis política, Schiaretti comenzó la preparación del candidato que alguna vez se animó al reproche público en algún medio nacional y peleó la interna del Partido Justicialista con los colores del Frente Renovador.

“No es un hijo del poder, no es un acomodado, es un militante que aprendió y supo esperar los tiempos de sus líderes”. Así definía a Llaryora una fuente del riñón schiarettista que siempre negó la pelea entre la nueva camada y la escudería histórica de De la Sota que heredó, luego, Schiaretti como líder único del cordobesismo.

La muerte de De la Sota y las reglas de la democracia anticiparon un proceso que el gobernador resistió para la mirada ajena (insistieron siempre). La intentona nacional se entendió como una necesidad de mantener la injerencia en un peronismo sub 50 que ya sabía que había llegado su momento de liderar.

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