La precandidata de JxC modificó el acto en Córdoba tras el asesinato de la nena en Lanús. Pidió el apoyo a la militancia para “cambiar un sistema que no cuida a la gente”.
Un spot pensado para redes sociales anunciaba la última visita de Patricia Bullrich a la ciudad de Córdoba este martes. Una persona disfrazada de pato gigante, con la banda presidencial cruzada de ala a ala, caminaba por lugares emblemáticos de la capital: el estadio Mario Alberto Kempes, la Cañada y sus tipas características, el Faro del Progreso inaugurado por el gobernador Juan Schiaretti, ícono de una provincia sin salida al mar y que se definió desde lo político como una isla.
El asesinato de Morena Domínguez, una nena de 11 años en Lanús, enlutó el sprint final de la campaña rumbo a las PASO y desnudó la cruda realidad de una sociedad flaqueada por la inseguridad, la pobreza y la falta de oportunidades. Las fuerzas en competencia fueron bajando, una a una, los actos pensados para la última arenga. La noticia encontró a Patricia Bullrich camino a una provincia que, en la interna de Juntos por el Cambio, la coloca como favorita.
El cierre que prometía ser una fiesta terminó en una sobria conferencia de prensa en la que no contestó preguntas políticas. Y siguió con un saludo a la militancia que la esperaba en la Plaza de la Música para manifestar su apoyo en la primera etapa de la carrera presidencial. Bullrich hizo campaña: ratificó que si llega al poder aplicará “mano firme” para combatir el delito y la inseguridad.
“Nosotros vamos a tener mano firme y eso implica cuidar a la ciudadanía de verdad”, fue uno de los conceptos destacados de su primer contacto con los medios de comunicación.
Enseguida enarboló sus principales banderas de campaña como la necesidad de modificar el Código Penal y Procesal para avanzar hacia condenas más duras, combatir al narcotráfico y el consumo de drogas que “vuelven zombies” a los jóvenes. “No hay que liberar a presos peligrosos. Hay que trabajar para defender a las víctimas”, insistió la precandidata amarilla.
Bullrich buscó colocarse como la contracara del problema de la inseguridad con el estilo directo que la caracteriza. Ante el asesinato que sacudió al país horas antes, recordó otros episodios sensibles para el auditorio, como el de Joaquín Paredes y Blas Corras, aunque ambos fueron víctimas del gatillo fácil de efectivos de la Policía de Córdoba.
No es la primera vez que Bullrich ataca a Schiaretti en su propia casa, a pesar de los esfuerzos del gobernador saliente de Córdoba que ésta semana dijo estar “dispuesto a dialogar con Patricia (si gana las PASO) para armar un frente de frente para derrotar al peronismo gobernante