La exdiputada aventaja en las encuestas a Guillermo de Rivas. Relativiza el peso del partido y la incidencia del gobernador de Córdoba. Apoyo del schiarettismo.
Adriana Nazario es candidata a gobernar Río Cuarto. Desde el entorno de la exdiputada refieren a ella como postulante confirmada, no mera aspirante a la que anteponer prefijos. Como tal, aseguran, no espera unción o discusión alguna con Juan Manuel Llamosas, quien, pegado a Martín Llaryora, quiere reservar para sí la selección del aspirante peronista para las elecciones municipales.
La confirmación de las aspiraciones de la contadora es algo más que un desaire a la táctica del intendente, que ha optado por Guillermo de Rivas como su continuador, aunque siempre atento al leudado de un candidato que aún no parece instalado en la gente.
Es también un desconocimiento a los plazos que aquel ha establecido -unilateralmente, señalan sus críticos- para una eventual convocatoria a Nazario, en caso que el secretario de Gobierno no repunte en las encuestas. De poco valdría, advierten, una previsible apelación al pragmatismo.
La ratificación de la voluntad de “la Gringa” busca también a neutralizar especulaciones sobre una eventual declinación. Circulantes desde hace meses, tales presunciones remontan a lo ocurrido en procesos previos a los comicios para renovación de autoridades en la ciudad, ocasiones en que no formalizó intenciones que ella misma había dejado correr.
Los números que mira Llamosas
Las pretensiones de Nazario tienen el mismo sustento de entonces. Según indican diversas encuestas, es la dirigente más reconocida en Río Cuarto y la que proyecta una mayor intención de voto sobre cualquier otro postulante.
Desde su entorno afirman que sus guarismos duplican a los que registra De Rivas y superan holgadamente a Gonzalo Parodi, el candidato que se impuso en la disputa de Juntos por el Cambio; y a Gabriel Abrile, el excandidato y recientemente derrotado en la misma contienda interna, que desde entonces se desplaza por una ambigua senda.
Esos mismos estudios recorren los despachos del Palacio de Mójica. Sus actuales inquilinos prefieren matizar las interpretaciones, indicando que la exlegisladora nacional y el elegido por el llamosismo recorren caminos inversos: una tiende a la baja, el otro sube lento, pero sostenidamente.
Dicha lentitud es interpretada como razón para la indefinición sobre la fecha de los comicios: a falta de cinco meses para la entrega del poder aun no hay cronograma oficial. Además de irritar a los opositores, tal ausencia complica a la propia Nazario, que espera una confirmación para lanzarse oficialmente. “No podemos largar antes. Por respeto y porque nos van a querer desgastar”, razonan en su entorno.
La marca Martín Llaryora
Buena parte del crecimiento del delfín llamosista debería responder a la estrategia del intendente, quien ajustó discursos y agenda para mostrarse como el garante en la región de un Llaryora consolidado como líder del peronismo cordobés. El trazado de aproximación serviría, además, como advertencia a los rivales.
Sin embargo, desde el nazarismo restan trascendencia a la movida. Descuentan que el gobernador, en su primera contienda oficial, se terminará inclinando por quien le brinde mayores chances de retener el control de la capital alterna de la provincia.
También relativizan la necesidad de contar con el aparato “oficial” del PJ. En caso de carecer del sello, no temen alentar alianzas con otras fuerzas. Como recuerdan, Hacemos Unidos por Córdoba se mantiene en el poder gracias a múltiples alianzas, algunas con partidos con los que históricamente había rivalizado.
“No hay problema si tenemos que ir por fuera. Desde 2001 los partidos no son tan importantes. Podemos ampliar con sectores con que coincidamos en el proyecto de ciudad, sin especular con sellos”, desafían.
El modelo Javier Milei
Los voceros de la expareja de José Manuel de la Sota no fustigan la gestión de Llamosas. Sí le adjudican un autoritario manejo de los atributos del poder, defecto que termina obrando contra su propio liderazgo. “Hay ocho candidatos en el peronismo. Casi todos van por el cargo, no continuando un proyecto”, atizan.
Tal discrecionalidad, interpretan, contrasta con el mensaje enviado por la ciudadanía con la elección de Javier Milei, quien llegó a la presidencia montado a un partido de escasa penetración territorial y pocos recursos tradicionales, pero con un mensaje directo.
“La gente está harta de la rosca y de la discusión política. La gente quiere gestión y soluciones para sus problemas, que cada vez son más en un contexto de inestabilidad”, señalan las fuentes consultadas.
Esa volatilidad, especulan, puede favorecer a la única candidata que tiene un proyecto y acredita gestión. Atributos que podrían incluso abrirle puertas por fuera de los límites del imaginario “imperio”. Atributos que, también, le han facilitado el improbable apoyo del schiarettismo riocuartense.
El apoyo del schiarettismo
Distanciados de Llamosas, operadores del exgobernador terminan inclinándose por la única candidata mujer del PJ. Sus razones son las de marras: entrando a la recta final es la competidora que llevaría las de ganar.
Si así ocurriere, se asomarían también a un nuevo tablero en la región sur de la provincia, tras un año de duras derrotas en cada elección disputada. Los magros resultados obtenidos, sobre todo en la contienda por la gobernación, son adjudicados a la falta de liderazgo de un Llamosas al que nunca terminaron de incluir en su lista de buena fe.
Fuente: Letra P