Los datos de la emergencia alimentaria y social en la ciudad de Córdoba marcan un fuerte deterioro que llega a barrios donde viven personas asalariadas. El temor por el avance del narco.
El termómetro de la situación social en la ciudad de Córdoba no arroja dudas: la población capitalina se empobrece de manera vertiginosa; y aunque la situación no estalla por el trabajo de 1.900 comedores y merenderos, traza un escenario dramático para los próximos meses, con casi 6 de cada 10 cordobeses viviendo bajo la línea de la pobreza.
La foto que arrojan las principales plazas de la ciudad, con gente durmiendo entre cartones, es dramática: hasta julio, se atendieron en la Secretaría de Políticas Sociales de la Municipalidad a 1.502 que “rotaron” por la calle sin tener dónde vivir.
De los 1.502 de personas que quedaron en situación de calle entre el 1 de enero y agosto, 151 permanecen allí de manera “crónica”: se trata de personas violentas o que se resisten a recibir asistencia, generalmente con elevado consumo de drogas de pésima calidad. En los informes de los equipos técnicos aparece de manera sistemática el “pipazo”, un residuo de cocaína peor que el “paco” porque se le suele agregar virulana para que combustione.
Las estadísticas también advierten el incremento en la cantidad de desalojos, que se presume es la base del aumento de personas en situación de calle. En 2023, la secretaría de Políticas Social realizó 479 intervenciones a fin de evitar desalojo, y en lo que va de 2024 lleva 580 intervenciones. En otras palabras: los pedidos de ayuda ante un desalojo aumentaron hasta agosto un 20 por ciento respecto del año pasado, cuando aún le restan al año cuatro meses.
En la Secretaría de Políticas Sociales y Desarrollo Humano de la Municipalidad advierten que la mayoría de estos casos son “alquileres” informales, por lo general en barrios de extrema vulnerabilidad; sin contratos ni garantes, un esquema de arrendamiento propio de la pobreza que también explica la falta de red.
El hambre se expande
“Hay asalariados que no llegan a comer a fin de mes, y esto se refleja en cada uno de los indicadores de la emergencia social”, dice Raúl La Cava, secretario de Políticas Sociales de la Municipalidad de Córdoba.
En un mapa interactivo que tiene en su oficina, donde se registra caso por caso la asistencia otorgada, crece de manera preocupante la asistencia en barrios donde antes no era necesaria.
La pelea por la comida es parte del clima de época. “Hay una necesidad real: en la red de 1.900 espacios comunitarios donde se sirve alguna comida, dejaron de recibir alimentos de Nación, por lo que dependen de acuerdos con privados y de los subsidios de la Provincia”, dice La Cava.