Los cuadros de depresión grave y de ansiedad aumentaron más del 25% a nivel global durante el primer año de la pandemia de coronavirus según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Mismo panorama se registra en Argentina, donde estas patologías sufrieron un aumento “exponencial”, según especialistas del área de Salud Mental del Hospital de Clínicas, quienes alertan de su gravedad y la mala atención que se les presta.
Sentirse con fatiga y letargo, querer dormir “todo el día”, presentar extrema sensibilidad al dolor o problemas digestivos que no mejoran aún con tratamiento son algunos de los síntomas que pueden estar asociados a cuadros de depresión o de ansiedad, según explicaron psiquiatras especialistas, que instaron a “no quedarse” solo en los síntomas emocionales y “prestar más atención” a las respuestas biológicas del cuerpo ante estos padecimientos, que aumentaron “notablemente” en Argentina desde el inicio de la pandemia por coronavirus.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cuadros de depresión grave y de ansiedad, los trastornos más comunes en el mundo, aumentaron más del 25% a nivel global durante el primer año de la pandemia de coronavirus.
Mismo panorama se registra en Argentina, donde estas patologías sufrieron un aumento “exponencial” y actualmente son las “más frecuentes” en las consultas psiquiátricas, según especialistas del área de Salud Mental del Hospital de Clínicas.
Sin embargo, advierten, la ansiedad y la depresión no suelen ser rápidamente identificadas como tales y son “comúnmente subdiagnosticadas” en la atención primaria de la salud y, por ende, tratadas de “una manera insuficiente”.
“Con el diagnóstico de la depresión, uno de los problemas es que se piensa en función de los síntomas emocionales, como la tristeza y la anhedonia (la incapacidad de experimentar placer), que son los más ‘esperables’ pero no siempre los más notorios ni los únicos”, explicó a Télam la psiquiatra María Eugenia Rojas, jefa de la unidad de Trastornos Afectivos en el servicio de Salud Mental y de la unidad de Depresión y Trastorno Bipolar.
Ejemplo de estas respuestas psicosomáticas a la depresión son el letargo, la fatiga y la sensación de pesadez corporal que puede notar sostenidamente una persona que atraviesa un cuadro depresivo, como así también la irritabilidad, la cefalea y algunos problemas digestivos “que aún con tratamiento no se van”.
Asimismo, pueden sufrir de hiperalgesia, que es la sensibilidad al dolor y reacción extrema al mismo, o también presentar “fallas cognitivas, en la atención, en la concentración o en la memoria” o la hipersomnia diurna, es decir, la necesidad “de dormir todo el día y así no estar activo motriz y cognitivamente”, detalló la médica.
“Muchas veces, al no considerar un abordaje más integral, estos pacientes no son diagnosticados correctamente y se la pasan recorriendo diferentes especialistas porque justamente no tienen los síntomas ‘clásicos’ de la depresión sino algunos más bien físicos”, agregó.
Al respecto, la especialista advirtió que, en el curso de un cuadro depresivo, se puede “borrar el límite entre lo psicológico y lo biológico”, por lo que resulta importante “prestar atención a estas manifestaciones clínicas que en muchos casos son la respuesta biológica del cuerpo a esa depresión”.
“Los pacientes no están mintiendo cuando refieren síntomas físicos, realmente lo padecen. El desafío está en no pensar al ser humano como fraccionado, sino como un todo en el que la causa de estos síntomas físicos puede estar ligada a lo emocional“, aseguró.
Esto no significa que cada diagnóstico “tiene que ser siempre algo emocional”, sino que se trata de “llevar una búsqueda médica integral”, enfatizó la psiquiatra.
En los casos de trastorno de ansiedad, en tanto, pueden presentarse palpitaciones, sudoración, dolor torácico, mareos, sensación de inestabilidad o ahogo y temblor, entre otros síntomas.
“En general, estos síntomas van acompañados con la idea de poder morir, de poder ‘volverse loco’ o de perder el control y puede estar acompañado de sensaciones de despersonalización o desrealización, de sentirse raro en el entorno”, explicó, por su parte, la médica Cynthia Dunovits, coordinadora de la unidad de Ansiedad en el departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas.
Al igual que la tristeza, no toda ansiedad “es necesariamente patológica”, sino que supone “una respuesta a una sensación o experiencia de amenaza, a un riesgo futuro” que todas las personas atravesamos “periódicamente”.
“Cuando estos síntomas se sostienen en el tiempo, cuando empieza a generar dificultades en la funcionalidad del paciente -en el trabajo, vínculos familiares, sociales, etcétera-, ahí es cuando tenemos que pensar que quizás va más allá de una tristeza ‘normal’ o adaptativa y estamos frente a un cuadro depresivo mayor”, explicó la médica.
No poder reconocer tempranamente un trastorno de ansiedad que se sostiene en el tiempo sin tratamiento “genera disfuncionalidad en el paciente” ya que, frente a determinada amenaza que “sobrepasa” a la persona, que prefiere evitar la situación y así “termina por abandonar proyectos, lugares, personas”, indicó.