La actividad de la PIAP fue suspendida por Macri en 2017 y obligó a tener que importar agua desde Rumania. Abastece las centrales nucleares.
Con una inversión de 20.000 millones de pesos, el gobierno nacional decidió recuperar la planta de agua pesada localizada en la provincia de Neuquén que se encuentra paralizada desde 2017.
La suspensión de actividades en la PIAP dispuesta por el Gobierno de Mauricio Macri obligó a tener que importar agua pesada desde Rumania el para la operación de las centrales argentinas nucleares argentinas.
Se trata de la planta de agua pesada más grande del mundo. Tiene capacidad para abastecer las 485 toneladas que se necesitan para garantizar la provisión de agua pesada para las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse, hasta el fin de su vida útil.
La planta está emplazada en la localidad neuquina de Arroyito, donde aprovecha las aguas isotópicamente enriquecidas del Río Limay para producir agua pesada, en la cual los átomos de hidrógeno tienen uno o dos neutrones más según se genere deuterio o tritio y es un elemento imprescindible en la operación de reactores nucleares que usan uranio natural como combustible.
El ministro de Economía, Sergio Massa, junto a la secretaria de Energía, Flavia Royón entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería Sociedad del Estado (ENSI) suscribieron el acuerdo específico para la conservación, mantenimiento y acondicionamiento para la puesta en marcha de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP).
La PIAP es propiedad de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y es operada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), una sociedad compuesta en un 51 por ciento por esa provincia y en un 49 por ciento por la propia CNEA, que tiene a su cargo el contrato de mantenimiento de las instalaciones. Aún así, la obra para la reactivación de la producción de la planta, va a llevar de 20 a 30 meses.
“No se trata solamente de impartir recursos, sino también de impartir de manera inteligente los recursos para generarle fortaleza y músculo al Estado en su investigación, en el desarrollo de valor agregado y en el fortalecimiento de reservas” sostuvo Massa.A su turno la secretaria de Energía, Flavia Royón sostuvo que “esta planta es un hito y pone en valor todo el conocimiento argentino en materia de energía nuclear”.
En esta línea, la Secretaria explicó que “la puesta en marcha de la planta de agua pesada tiene una gran significancia por las posibilidades no tan sólo de proveer agua pesada para la tecnología de las plantas nucleares que hoy tiene Argentina, sino también las posibilidades futuras de exportación que esto significa para nuestro país”.
Con estas declaraciones Royón deja expuesta la tensión existente sobre uso y destino de la producción de la PIAP una vez que se ponga en marcha. Por un lado, la CNEA como accionista mayoritario por la administración nacional entiende que la producción de la planta deber destinarse prioritariamente al abastecimiento de las centrales nucleares. Del otro lado del mostrador, el gobierno provincial apunta a que el desarrollo de la planta se dirija a la producción de urea y otros fertilizantes para la exportación, dado que así aporta regalías. Como sea, primero hay que reactivarla. Y para eso faltan dos años.
Fuente: La Política Online