No solo habría ordenado no dialogar con quienes apoyaron las listas del peronismo nacional en las últimas elecciones legislativas, con vistas a la elección interna del 27 de marzo , sino también pidió impulsar listas propias para tratar de ganarles en sus territorios. Llaryora no concuerda con esta estrategia.
El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, le disputa el perfil opositor a Juntos por el Cambio. Es más, en los últimos dias, hasta ha superado en virulencia a los “halcones” del partido amarillo con sus ataques al gobierno nacional de Alberto Fernández.
Toda esta dialéctica discursiva tiene varias explicaciones que convergen en una sola. El mandato del gobernador tiene fecha de vencimiento: 10 de diciembre de 2023. La Constitución provincial no le permite ser reelecto. Por eso ensaya una proyección nacional que, hoy por hoy, resulta casi una quimera.
TE PUEDE INTERESAR: Luis Juez ya nombró 17 nuevos asesores desde que asumió en Diciembre
En medio de los malabarismos que hace el gobernador para no sufrir el “sindrome del pato rengo”, hay un acontecimiento electroral que debía realizarse el añó pasado, pero fue postergado por la pandemia. las elecciones internas para elegir a las autoridades del PJ cordobés, que tendrán lugar el próximo 27 de marzo.
De acuerdo al cronograma electoral, el lunes 28 de febrero a las 12 hs vence el plazo para presentar listas de candidatos, y la orden que baja desde lo más alto del Panal es clara y contundente. El “gringo” no quiere saber nada con los kirchneristas (un mote que, en lenguaje cordobesista, engloba incluso a muchos peronistas no K que apoyan al gobierno nacional).
“No tenemos nada que ver con el kirchnerismo” es la frase que se repite, como un mantra, en el peronismo cordobés. Con esa justrificación, desde la ultra verticalista conducción de este PJ sui generis, bajó la orden de armar listas en los lugares donde conducen actualmente intendentes, jefes comunales o legisladores que ganaron en 2019 con el sello de Hacemos por Córdoba y luego apoyaron a los candidatos del PJ nacional.
Son los casos del intendente de Villa María, Martín Gill, a quien lo enfrentaría Acastello (Eduardo, ministro de Industria) en el departamento General San Martín; de Carlos Caserio en Punilla (el intendente socialista de Cosquín, Gabriel Musso enfrentaría al “caserismo”), o en Colón, donde el actual intendente de La Calera, Facundo Rufeil, alineado con Schiaretti, luchará por la jefatura departamental enfrentando al intendente de Saldan, Cayetano Canto, apalancado por los caciques departamentales Rodrigo Rufeil y Carlos Presas, alineados con el partido a nivel nacional.
TE PUEDE INTERESAR: El PRO empuja para sumar a Schiaretti y pone en riesgo a JxC
En las oficinas del Palacio 6 de Julio, en el entorno más cercano del intendente de Córdoba y más fuerte candidato peronista a la gobernación en 2023, Martín Llaryora, miran con preocupación estos movimientos del schiaretismo duro. Ellos creen que para dar la gran batalla por la Provincia, dentro de poco más de un año, se van a necesitar a todos los soldados. Más con un frente opositor que hace grandes esfuerzos por llegar a las elecciones unido.
A todo esto, se dará una situación por demas engorrosa. Si se confirma, como presidente del PJ cordobés Schiaretti tendrá una silla en el Partido Justicialista. Orgánicamente, el peronismo cordobés integra la estructura nacional del partido e incluso Oscar González integra el Consejo Nacional Justicialista, como integrante de la lista que llevó a Alberto Fernández como presidente partidario. Todo ello a pesar que al “gringo” las encuestas le aconsejen seguir mostrandose como un ferreo opositor.
TE PUEDE INTERESAR: Con el apoyo de Massa, Adriana Nazario arma el Frente Renovador en Córdoba