Más abajo un enjambre de tiendas y sogas parecía envolver la calle donde podía comprarse de todo: camisetas de fútbol, velas, imágenes de la Virgen, bijouterie, tortillas, gaseosas, choripan, anteojos, cámaras de foto y un largo etcétera.
“Somos de Cosquín, Capital del Folclore”, decía Rosa pidiendo salir “bella en las fotos”, “somos la familia Paniagua de la ciudad de María en Buenos Aires”, comentaban los de al lado. Ambas familias coincidían en el diagnóstico: la venta está floja, y hay menos gente que otros años.
El comisario Nelsón de Bernardi, uno de los que dirigía el operativo, comentaba: “tenemos 30 efectivos desde la Gruta hasta la terminal, más la caballería y motos por el río y zonas aledañas”. El uniformado no pudo especificar un número de visitantes, pero si coincidió en el diagnóstico general: hay menos que el año pasado.
Más allá de la fe, los fieles dejaron parte de su piel (literalmente) en el camino a la Gruta, con promesas por familiares internados, deudas o para cumplir por algo que se les había concedido.
Fuente: Resumen de la región