Hace 25 años cultivan una relación cercana, lejos de la luz pública. El factor Palito Ortega y la Mesa de la Esperanza. Tres proyectos para coronar en 2023.
“Yo tengo fe, que siempre brillará, la luz de la esperanza no se apagará jamás”. A caballo de uno de sus máximos éxitos como cantautor, Palito Ortega quiso convertirse en candidato a Presidente a finales de los 90. El entonces presidente Carlos Menem lo había elegido como alfil para disputarle la candidatura del peronismo a Eduardo Duhalde y lo “mimaba” con elogios, fotos, visitas y, sobre todo, recursos. Era 1998 y el tucumano proyectaba sus ambiciones desde el Frente de la Esperanza. En la mesa nacional de aquel armado había tres jóvenes entusiastas que con el tiempo se iban a convertir en protagonistas de la política argentina del nuevo siglo. Sergio Massa, Diego Santilli y Martín Llaryora eran los representantes de la provincia y de la Ciudad de Buenos Aires, y de la provincia de Córdoba, respectivamente.
Aquel armado interno terminó con un acuerdo que unió a los dos bandos y subió a Duhalde y Ortega al Tren de la Esperanza y la Victoria, con el que recorrieron el país como fórmula oficial del PJ. Perdieron aquellas elecciones contra la Alianza entre el radicalismo y el Frepaso, que consagró a Fernando De la Rúa como Presidente.
Llaryora y Massa apenas habían pasado los 25 años, Santilli ya había cumplido los 30 cuando comenzaron a tejer una relación que se mantiene hasta estos días. Parados en tres veredas políticas distintas, los referentes de los tres distritos electorales más grandes de la Argentina sostienen “el vínculo que se genera entre viejos compañeros de militancia”. Hay un buen diálogo y conversaciones permanentes en la que se cruzan análisis y visiones sobre el presente político y personal.
El componente generacional común fue destacado en las últimas horas por todos los referentes cercanos al designado ministro de Economía que, en Córdoba, imaginan un acercamiento futuro con el intendente de la capital mediterránea, quien se apresta para encarar su camino final para disputar en 2023 la gobernación. En su entorno destacan que, de aquella triada, la cercanía con Santilli goza de mejor salud, aunque en el pasado reciente los puntos en común con el tigrense son más identificables.
Siendo intendente de San Francisco, Llaryora profundizó en 2013 su aventura proyectiva y plantó una interna en las PASO para buscar un lugar en la boleta que llevó al actual gobernador Juan Schiaretti encabezando la lista de aspirantes a la Cámara de Diputados. El nombre elegido para aquella batalla contra uno de los fundadores del cordobesismo fue el mismo con el que Massa gobernaba Tigre y se preparaba para la victoria electoral con la que iba a emprender su camino hacia la candidatura presidencial de 2015: Frente Renovador.
La lista de Llaryora obtuvo casi 130 mil votos en aquellas primarias. Fue candidato a diputado, pero rápidamente se sumó al gabinete del por entonces gobernador José Manuel De la Sota. Las conversaciones previas que había tenido con Massa encontraban un punto de quiebre en el conocimiento de los deseos presidenciales del gobernador cordobés. Llaryora no quería “romper”. Dos años más tarde, todos estaban en el mismo barco. El tigrense y De la Sota fueron a una interna que definió el armado electoral del espacio UNA, con el que el Massa disputó los comicios presidenciales que ganaría Mauricio Macri. Llaryora fue compañero de fórmula de Schiaretti en la provincia.
Para entonces, Santilli hacía tiempo que ya había abandonado el peronismo porteño y se había sumado a los equipos de Macri. Primero en el Frente Compromiso para el Cambio y luego en el PRO. En 2015, fue electo vicejefe de Gobierno porteño y volvió a coincidir con Massa en la Cámara de Diputados en 2021, cuando el tigrense lo recibió siendo el presidente del cuerpo. Llaryora fue uno de los vicepresidentes de esa Cámara entre 2017 y 2019, cuando renunció para asumir como intendente de Córdoba.
Los últimos movimientos en el gabinete nacional vuelven a poner al viejo tridente en una encrucijada. Con Santilli volcado al territorio bonaerense para disputar el sillón de Dardo Rocha en 2023, Llaryora se lanza a la gobernación de una provincia que hoy expone al único gobernador peronista abiertamente opositor. Va a caminar junto al gobernador cordobés el territorio mediterráneo y, aunque el éxito en la gestión del superministro de Economía pueda atentar contra las ambiciones nacionales de Schiaretti, en el entorno del intendente saben que “conviene” que el camino encuentre horizontes favorables.
“Es importante que Massa le encuentre la vuelta a la situación, porque está complicada. Primero porque la gente la está pasando mal, pero también porque las crisis les pegan de lleno a los oficialismos”, reconocen alrededor de Llaryora. Saben que “el escenario de crisis también habilita a Luis Juez para que salga todos los días vociferando en todos los canales de televisión”. La pantalla nacional del senador de Juntos por el Cambio es un arma poderosa en su meta de arribar al Panal.
Ahora, aquel el tridente de jóvenes entusiastas camina detrás de los objetivos más ambiciosos en sus vidas públicas en 2023. Llaryora y Santilli buscarán convertirse en gobernadores. Massa se juega su carta definitiva para ver si logra saciar su apetito presidencial. Los tres, por separado, auguran un resultado distinto al que pudieron conseguir cuando se conocieron bajo esa “luz de esperanza” que se apagó, al menos por un rato, a finales del siglo pasado.
Fuente: Letra P